En 1857, un barco de vapor llamado SS Centroamérica zarpó de Panamá hacia la ciudad de Nueva York, transportando más de 400 pasajeros y un cargamento de más de 20 toneladas de oro. Sin embargo, el barco se encontró con un huracán frente a la costa de Carolina del Sur y se hundió, cobrando la vida de 426 personas y enterrando el oro en las profundidades de la superficie del océano.
Durante más de un siglo, la ubicación del naufragio y su tesoro siguió siendo un misterio hasta que fue descubierto en 1988 por un equipo de científicos y cazadores de tesoros. Los restos se encontraron a más de dos millas bajo la superficie del océano, donde habían permanecido intactos y perfectamente conservados desde su hundimiento.
El descubrimiento del naufragio desató un frenético entusiasmo entre buscadores de tesoros e inversores, que esperaban recuperar el oro perdido. Durante los siguientes años, se lanzaron múltiples expediciones para recuperar el tesoro, pero se encontraron con una serie de contratiempos y desafíos legales.
En 2014, una sentencia judicial otorgó los derechos sobre el tesoro recuperado a un grupo de inversores que habían financiado la expedición más reciente. El tesoro estaba valorado en más de 50 millones de dólares e incluía miles de monedas, lingotes y pepitas de oro.
La historia del SS Centroamérica y su tesoro perdido ha capturado la imaginación de personas de todo el mundo, ya que sirve como un recordatorio de los peligros de alta mar y el potencial de riqueza y aventura que aún existe bajo la superficie del océano.