El 4 de febrero, miles de aficionados al fútbol gastaron unos 880 dólares de Hong Kong para ver jugar a Messi, ocho veces ganador del Balón de Oro, en un partido amistoso entre el Inter Miami Club (EE.UU.) y el equipo de fútbol Hong Kong Stone.
Sin embargo, el delantero argentino Messi, de 36 años, se sentó en el banquillo solo porque se lesionó repentinamente. El incidente provocó que el público de Hong Kong abucheara y protestara. Provocando una enorme ola de indignación en China, el país consideró la ausencia de Messi como un desprecio por el público.
El 18 de marzo, el organizador Tatler Asia ofreció reembolsar el 50% del precio de las entradas a los aficionados que no pudieron ver jugar a Messi y compraron entradas a través de los canales de distribución oficiales. Pero para recuperar el 50% del precio de la entrada, estos aficionados tendrán que aceptar ciertas condiciones, incluida la de no iniciar “procedimientos ante ningún tribunal o organismo regulador”.
Criticado por los aficionados por no gestionar el incidente, el organizador Tatler Asia también retiró su solicitud de financiación gubernamental de 16 millones de dólares de Hong Kong, sólo para albergar el partido amistoso “único en su tipo”.
Pero enfureció aún más a los fanáticos chinos porque en la siguiente parada del Inter Miami Club en Japón, el equipo estadounidense envió repentinamente a Messi al campo durante 30 minutos, en un partido amistoso con el Vissel Kobe Club en Tokio.